
“-¿Saben cómo se apresa el amor? Momificándolo. Así conciben algunos el matrimonio: una transacción que descarta los riesgos, atenúa los deseos y otorga al Estado y a la sociedad control sobre la pareja. Díganme: ¿Por qué los enamorados necesitarían firmar un contrato? Para mí la ceremonia se reduce a un performance que legitima socialmente la convivencia. No sé si están enterados, pero ese protocolo tan popular que promete seguridad emocional y económica, familia y herencia, se creó con fines ajenos a los sentimientos… Los cónyuges compartían tareas de reproducción y supervivencia, comercio sexual y ocio. Ni siquiera tenían que caerse bien ni conversar de vez en cuando… Pero un día se filtró el amor por algún resquicio y las parejas empezaron a asumir que el matrimonio es su marco natural. El amor pasó a ser sinónimo de reproducción y quietud… además, es para siempre. La vida doméstica domestica la incertidumbre, la confianza ocupa un lugar en la mesa. La pasión amorosa, que desquicia el orden y nos vuelve insomnes, cede su lugar al consumo romántico: una cena de aniversario, el porvenir latente en la hipoteca del departamento… El miedo a perder el amor se desvanece ante unas creaturas que prolongan a los padres y se convierten en su proyecto de vida.Un día, amanecen siendo esposos. ¿Se casaron porque se aman? ¿Cómo lo saben? ¿No resulta sospechoso que el elegido pertenezca a nuestro mismo círculo? ¿Que responda a los estándares sociales? A mí a veces me acosa la duda de si la decisión de casarse es racional o emocional… No obstante, veo parejas contentas, que tienen sueños y hasta desarrollan estrategias para disfrutar la rutina, para que la casa no se convierta en oficina. La pregunta es si para eso nos casamos, para administrar la monotonía… ¿Los años evaporaron el amor o lo canjearon por otra cosa? ¿Estamos ante dos experiencias completamente distintas o la pasión se fue transmutando en amistad verdadera, en complicidad, en saber que se cuenta con el otro? Mi hipótesis es que la razón tomó el amor como materia prima y sobre él fue esculpiendo una figura que resistiera los embates del tiempo y la naturaleza caprichosa de los humanos. La convivencia y el compañerismo dan solidez a las relaciones… Yo veo el matrimonio monogámico como una especie de zona de resistencia al mundo de la oferta perpetua y la adquisición ininterrumpida…”(Fragmento del espectáculo El amor corrompe)