Esther
Gracias por detenerte en mi blog. Aquí encontrarás artículos sobre algunas de esas preguntas que nos salen al paso en la vida y que no tienen respuesta. Preguntas que nos desconciertan y nos acompañan.
También encontrarás mis libros, algunos artículos y también textos y materiales sobre dos de mis actividades más interesantes: Cafés filosóficos y Filosofía con niños.
De aquí soy
Vivo en la Ciudad de México, la ciudad de los excesos y de los abrazos: los primeros pueden encontrarse en la nota roja, en los índices de contaminación del aire, en las quejas de los conductores que se suman a las caravanas de automóviles en todas las avenidas, en la alegría. Los abrazos surgen de todas partes: amigos, colegas, hijos, nietos, hermanos, amigos de los amigos… nunca faltan.
Afectos y efectos
Desde niña fui amante de los libros y en algún arranque de osadía decidí que un día escribiría un libro tan maravilloso como los que leía en la escuela. Es más fácil decirlo que darse a la tarea: ¿qué de mi pequeña vida merecía la atención de los supuestos lectores? Quizás había que esperar a que sucediera algo digno de ser contado. Mientras llegaba «el gran momento» acepté la vida que me habían diseñado, con algunas correcciones: estudié filosofía, tuve dos hijos que superaron mis expectativas… y empecé a sospechar que si no empezaba a escribir, nunca llegaría el momento. Empecé con algunos cuentos —algunos afortunados, otros no—, luego artículos periodísticos durante muchos años… No he dicho que mis pasiones en la vida —además de los afectos— son leer y escribir, aprender y transmitir, lo cual también representa un problema: cuando uno cierra una novela de Toni Morrison, de Virginia Woolf, de Philip Roth o de Amos Oz… ¿cómo atreverse a poner dos palabras juntas o a llenar una cuartilla? Todo parece banal. Solo en épocas de superávit narcisista o de desesperación me he decidido a empezar un libro, pero agradezco a la vida permitirme hacer solo cosas que me gustan. Casi.
Filosofía de café
Mi vida ha girado en torno a las letras y las aulas. Actualmente soy profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, una actividad fabulosa en la que aprendo y gozo. Tengo otra ocupación que me ejercita en el difícil arte de dudar desde hace diecinueve años: un café filosófico que animo semanalmente. Es un espacio en el que se entrecruzan dudas y posturas, debatimos sobre los temas más variados: ¿La felicidad es un mito? ¿Vale la pena esforzarse? ¿Existe envidia «de la buena»? ¿Por qué la necedad de emparejarse? ¿Selfies, luego existo? Estos debates, desafiantes y placenteros, son como el postre de la vida: los disfruto palabra a palabra, carcajada a carcajada, desconcierto tras desconcierto.
Letras y palabras
El primer libro, Rasgando el tiempo. Los judíos, extraños en la casa, es un ensayo que revela las preguntas que me ha planteado la estancia en este mundo: ¿Quiénes son —somos— los judíos? Una pregunta relacionada con mi pertenencia, pero también con el deseo de entender la manía humana de entorpecer y dinamitar la convivencia.
El oficio de la duda fue una especie de desafío; quise preguntarme por situaciones y actitudes cotidianas que no solemos cuestionar: ¿Tenemos un lugar en el mundo? ¿Para qué mentimos? ¿Qué tan normales somos los normales?… Tomo prestados los cerebros de filósofos, escritores y amigos para acercarme a temas vitales.
Casi al mismo tiempo se publicó No soporto el paraíso, una novela en la que la protagonista lucha por liberarse, pero narra su vida -la de muchas mujeres- a través de las relaciones que sostiene con los hombres: padre, tío, compañeros, hijo… Cada uno da nombre a un capítulo.
El siguiente, Contra la autoridad. De aulas y silencios, es un retrato crítico de la vida en la escuela con su carga de emociones: enojo, nostalgia, gratitud, vergüenza…—. Los que fuimos alumnos -casi todos- compartimos una experiencia que preferimos olvidar: la del maltrato legalizado.
De La sonrisa del gato me gusta el inicio: «El 11 de septiembre de 2001 Luisa, asustada, llama a su marido en supuesto viaje de negocios en Nueva York, pero este le responde adormilado, confundido, desde Miami, donde está de vacaciones con Diana, una joven sin prejuicios. Ni Houdini lograría escapar de esa situación».
A partir de esta novela, me dediqué a terminar la tesis de doctorado y a la investigación; por ello, escribir la Guía para desconcertados fue una tarea grata, un cambio de estación. Fue un desafío engarzar experiencias y reflexiones sobre temas como la moral, la mirada y el placer, la convivencia y el autoengaño, la prisa, el rencor y la perseverancia.
Hablando de placeres
La lectura, el cine, la música, la soledad… pero sobre todo la conversación. Nada me apasiona más que los seres humanos: al ser tan distintos, tan creativos, tan cuadrados, tan caprichosos, tan dispuestos a gozar y a echar todo a perder que somos un enigma que bien vale la pena tratar de descifrar.