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¿Todavía tiene sentido el matrimonio?

Empresas-ONG: matrimonios por amor, sí. Pero con la pareja adecuada

¿Se puede dudar del amor?

El amor es el sentimiento más sublime, se experimenta como plenitud. Es único: nadie lo vive como yo, porque se entrelaza con mi biografía y con mis carencias, con mis deseos personales y los que he adquirido en mi entorno. Amar me singulariza, me distingue de la masa de autómatas que viven para alimentarse y reproducir su existencia sin conocer el éxtasis… todos quieren amar, pero no todos lo logran, hay que estar dispuesto a abandonarse, a ser en el otro, a construir un código con el otro en el cual los rituales amorosos se adaptan a una intimidad que les da sentido.

El amor no conoce deseo más ardiente que la voluntad de conducir la propia vida en el cuerpo de la persona amada, la que abrió una herida que sólo ella puede suturar, la única que puede apaciguar la incertidumbre provocada en el encuentro. Es una purificación que transforma al sujeto y al objeto del encuentro erótico en personas únicas. En el abrazo, el cuerpo se vuelve infinito y las identidades se diluyen. Para el amante el cuerpo deseado es alma y tiene un lenguaje propio, al que la razón no tiene acceso: el lenguaje de la piel…

El amor es todo: inunda los días y los ilumina con colores vivos, es la promesa del paraíso y el paraíso mismo; el amor es una revolución que trastoca el orden establecido y anula todas las leyes que no se someten a él. … Sin embargo, el amor está hecho de tiempo y no puede ser eterno. El instante de dicha no puede ser apresado para siempre, ¿cómo estirar el amor para que dure, para que no sea una chispa, sino un fuego eterno? ¿Cómo alcanzar la victoria en la lucha contra el tiempo?

Momificando el amor. Así describen algunos el matrimonio. Ese contrato que elimina los riesgos, atenúa los deseos y otorga al Estado y a la sociedad control sobre la pareja. El amor es sinónimo de reproducción y estabilidad… y es para toda la vida. La revolución ha sido sustituida por el consumo romántico: el deseo intenso se expresa en una cena con velas en un restaurante francés; el “no puedo vivir sin ti” se traduce en una hipoteca para un departamento; la incertidumbre y el miedo a perder el amor del otro huyen ante unas creaturas que son la más pura y evidente expresión del amor.

Para aquellos que tengan dudas, el mercado ofrece libros, películas, imágenes, obras de arte, cursos y terapias que confirman a los amantes que están en el camino correcto y que la pasión, aunque grata, es efímera, mientras que el matrimonio es un proyecto compartido que garantiza compañía de por vida, un lugar en la sociedad y la continuidad del apellido. El matrimonio es la celda del amor. Pero el siglo XX introduce un cambio que tendrá efectos inesperados.

La belleza es sustituida por el sex appeal y el amor por el sexo. Los jóvenes han visto cómo se derrumban los matrimonios de sus padres o cómo con sostenidos con vigas de acero. Quieren ser libres y realizarse, no quieren que una pareja y unos hijos anulen su independencia.

Un encuentro sexual no compromete a nada. Sólo dos seres sedientos que se unen en el desierto para ir en busca de la calma.

Sexo y amor no son lo mismo - Revista Vive

Esther Charabati

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